Fallece Eddie Jordan, el genio rebelde que descubrió a Schumacher
- Lorena Machado
- 20 mar
- 2 Min. de lectura

El paddock de la Fórmula 1 está de luto. Eddie Jordan, el excéntrico jefe de equipo que dejó una huella imborrable en el automovilismo, falleció a los 76 años en Sudáfrica, acompañado por su familia. Más que un empresario o un dueño de escudería, Jordan fue un visionario que combinó pasión, audacia y un toque de caos para desafiar a los gigantes del automovilismo.
Su historia en la F1 es la de un auténtico outsider que logró llegar a lo más alto. Nacido en Dublín, primero coqueteó con la idea de ser sacerdote, luego trabajó como banquero, hasta que el rugido de los motores lo atrapó para siempre. Pasó de ser piloto en categorías menores a fundar su propio equipo en 1991: Jordan Grand Prix. Aunque no tuvo los recursos de Ferrari o McLaren, sí tenía algo que lo diferenciaba: un increíble ojo para el talento. Y fue precisamente ese instinto el que le permitió descubrir a un joven alemán de 22 años que acababa de brillar en el Mundial de Resistencia, un tal Michael Schumacher.
En 1991, cuando su piloto titular Bertrand Gachot fue encarcelado, Jordan necesitaba a alguien para subirse al monoplaza en el Gran Premio de Bélgica. Schumacher llegó, impresionó a todos con una actuación memorable en la clasificación y, aunque su carrera duró apenas unos metros por un problema mecánico, dejó claro que estaba destinado a la grandeza. Días después, Benetton se lo arrebató, y el resto es historia; siete títulos mundiales y un lugar en la cima del automovilismo.

Pero Jordan no solo lanzó la carrera de Schumacher. También dio sus primeras oportunidades a otros grandes nombres como Damon Hill, Ralf Schumacher y Rubens Barrichello. Y aunque su equipo nunca pudo pelear por un campeonato, sí tuvo su día de gloria en 1998, cuando logró un histórico 1-2 en el Gran Premio de Bélgica con Hill y Ralf al mando.
El cambio de siglo trajo consigo tiempos difíciles para la escudería, que en 2005 terminó vendiéndose. Sin embargo, Jordan nunca se alejó de la F1. Con su característico estilo irreverente y sus camisas imposibles de ignorar, se convirtió en un comentarista de televisión querido por los fanáticos. Su talento para los negocios lo llevó a acumular una fortuna de más de 600 millones de dólares, invirtiendo en diversos sectores y disfrutando de otras pasiones como el fútbol (era accionista del Celtic de Glasgow) y las carreras de caballos.
Stefano Domenicali, presidente de la F1, lo recordó como alguien que "siempre hacía sonreír a la gente", y Aston Martin, heredero lejano de su escudería, destacó su legado como un líder carismático que sentó las bases de su éxito.
Eddie Jordan fue mucho más que un dueño de equipo, fue el alma rebelde de la Fórmula 1, el hombre que apostó por los jóvenes y desafió a los poderosos con ingenio y determinación. Hoy, el automovilismo pierde a una de sus figuras más queridas, pero su legado seguirá rugiendo en cada curva de la pista.
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